MIS DÍAS CON DEPRESIÓN
¿Qué tiene una persona que la hace especial? Tan especial como para escribir sobre…eso. Lo pensé, lo pensé tanto que llegó un punto donde me pareció absurdo. Muy absurdo. Demasiado absurdo. Básicamente como todas las cosas que me hacen reír al final… simplemente son absurdas.
Luego
pensé lo mismo. Y fue ahí donde la ficha cayó como si fuese un tragamonedas
ganador. Mi mente fue el tragamonedas, básicamente. Y lo volví a pensar. Y me
hice la misma pregunta.
¿Qué
tiene una persona que la hace especial? Pues… todo. Misma pregunta. Diferente
respuesta.
Los
logros no tienen que ser hercúleos para ser logros. Uno puede ser un cobarde y
tener un momento de valentía digno de convertirse en película. Y ahí en el
medio, estamos básicamente todos. Y en ese todos, me incluyo.
El
dolor no tiene nombre, no tiene rostro. Se siente de diferentes maneras. Se
vive de diferentes maneras. Uno responde, al fin y al cabo, de diferentes
maneras.
Anorexia,
bulimia, trastornos mentales, TOCS, infidelidades, violencia, cáncer. Un sinfín de cosas que superamos y que nadie
nos premia por eso.
Y
luego de esa euforia absoluta que me invade el cuerpo recaigo en lo mismo: hay
gente en peor situación que yo y gente que simplemente la vida parece pasarle
sin penas ni glorias (o demasiados
glorias ¿Eso existe?)
Los
infiernos están hechos a medida, como los zapatos. Calzan justo. Ni más ni
menos de lo que uno puede soportar. Llámenlo Dios, un ser superior, una
entidad, energía. Etc. Etc. Etc.
A
mí me tocó sufrir en un ambiente que me daba TODO lo que cualquiera persona
cree necesitar para ser feliz. Había comprado 99 números… de 100 ¿Y saben qué?
Salió ese número. El 1 de 100 que no había comprado porque tenía otros 99 a mi
favor. Y pasa. Qué se yo ¿Qué puedo decirte?
Sufrí
miedos irracionales, sufrí dolor, lloré. Muchas veces con motivos. Muchas veces
sin. Y en mi cabeza creaba parodias de todas las situaciones. Durante y después
de estar llorando desconsoladamente agarrada a la bacha del baño como si fuese
un salvavidas.
Cada
capítulo de la autobiografía que comencé a tipear en mi cerebro era un capítulo
de mi vida.
Todo
estaba mezclado. Porque mi vida es así. LA vida es así. Todo se mezcla. Las
buenas, las malas, las regulares, las pésimas. La euforia del YO PUEDO, contra la euforia del QUÉ MIERDA
ESTÁ PASANDO.
Los
planetas alineados para que todo salga bien. Los planetas alineados para que
todo salga mal. Y en el medio vivir. Cuesta. ME cuesta. A mí. Y a vos también.
Pero es mi autobiografía y mi dolor y creo que puedo hacer con ellos lo que
quiera.
Mis
días con depresión es tan absurdo como verdad.
En
mi
cabeza no es un libro de autoayuda. No te digo qué tenes que hacer. Nadie me lo
dijo a mi y yo no voy a decírtelo a vos.
¿Estoy curada? No.
¿Tengo todo para ser feliz? Quizá.
¿Puedo
llorar sin motivo? ¿Estar triste porque simplemente siento que toda la
felicidad del mundo se escapa de
mis poros? Sí. Definitivamente sí.
La depresión tiene muchas caras. Según Wikiipedia,
opinión que mucho no me importa, dice que es (y cito textual) el diagnóstico psiquiátrico y psicológico que describe
un trastorno del estado de ánimo, transitorio o permanente,
caracterizado por sentimientos de abatimiento, infelicidad y culpabilidad,
además de provocar una incapacidad total o parcial para disfrutar de las cosas
y de los acontecimientos de la vida cotidiana. Según yo, es estar triste y no
poder explicar por qué. Es decir… la felicidad se te escapa. Está ahí pero no
llegas a agarrarla. Y la ves yéndose. Y ni te saluda. Te ignora.
¿Y sabes qué se me ocurrió a partir de
este divague de una autobiografía burlándome de una depresión de la que aún no
salí? Que voy a usar este espacio para subir capítulos de un escrito que quizá
nunca llegue a ver la luz del día y se quede ahí en la oscuridad de micoyote.
¿Y saben por qué? Porque a veces, como
ahora que estoy escribiendo esto, la depresión me da tregua y yo creo que sí,
que se puede ¿Qué es lo que se puede? No lo sé. Pero se puede.
Quizá, después
de terminar mi autobiografía pueda responderles.
no importa cuándo lo lea... sigue todo tan igual
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