Rafaela de Mariana Furiasse.

 


Estuve posponiendo este momento meses, años quizás, por varios motivos.

El primero fue que poner en palabras lo que siento por mi amiga Rafaela no es nada fácil porque ella, creo no estar equivocada, fue una de mis primeras amigas y Simón el primer chico literario del que me enamoré (hasta que apareció León y bueno, pasó lo que tenía que pasar).

Tanía 12 años cuando la conocí y cayó en mis manos porque mi mamá era grosa y sabía. Lo habré releído no menos de diez veces y comprado unas tres o cuatro. No sé si porque lo prestaba, lo perdía o qué, pero cuando me agarraba la loca y quería encontrarme con Rafaela y no la encontraba en las mil quinientas bibliotecas que tengo lo iba a comprar a alguna librería.

Rafaela cree que es invisible, cree que los kilos le pesan cuando en verdad lo que le pesan son las miradas. Literalmente el libro arranca así de crudo. Cree que no podría gustarle a nadie, que su madre no la quiere, que los demás le tienen lástima.

¿Cómo no querer a Rafaela desde la primera página si todos, en algún momento, fuimos ella? Ella con su violín, ella con los pensamientos a flor de piel por la ausencia de su padre, ella con sus primeros dilemas amorosos. Ella siendo valiente y única. Arriesgando y perdiendo. Arriesgando y ganando. ¿Qué es eso si no es ser valiente?

Rafaela es un libro muy pero muy corto que te pesa como si leyeses la saga del Señor de los anillos. Te deja pensando no solo en Rafaela sino en Simón, Rosario, Aitana, Nadine y en las miradas que pesan más que los kilos.

¡Y ni hablar de Simón y lo que forman juntos desde la nada!

Rafaela te duele en el alma, te pica el corazón, te lo estruja, te lo destroza y te lo vuelve a reconstruir cuando lees la segunda parte: Intermitente Rafaela.

No sé cómo hablar de esa historia sin spoilear que es el mejor triángulo amoroso del fucking mundo, que está prohibido no amar a León y que es ley odiar un poco a Simón.

Corto esto ahora porque, la verdad, me dieron ganas de leerlo de nuevo. Mariana, te lo dije hace meses cuando te busqué en Instagram y si no lo hice, si no fui clara, acá va: sos todo lo que está bien en este mundo literario podrido de clichés tóxicos e insanos. ¡Gracias por regalarme una amiga para siempre!

 

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